Es dorado, resplandeciente...ahora que el sol casi se despide, fugaces destellos lo dejan brillar, haciéndolo aún más hermoso. Es de 5 príncipes, apenas los pude ver, pero los conté. Rodeo la muralla buscando un resquicio para poder verlo más de cerca, es un castillo inmenso. Al ver tal maravilla sentí pena por el castillo y por los príncipes cuando vuelvan mañana.
Apenas le dió tiempo a correr, entre espumas y rugidos las olas se abatían furiosas contra la orilla y el pequeño cangrejo corrió y corrió para ver desde lejos, cómo el mar borraba con ira todo vestigio del castillo y las orillas eran de nuevo doradas e inmaculadas. Pero las playas están llenas de príncipes... aparecen por las mañanas y de nuevo habrá por doquier...Castillos de arena!
Esta pequeña historia ya la puse en el Blog Microrrelatista, pero tambien quise que estuviera aqui :)
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