Vamos a casa...

Abrí los ojos, la luz era tan cegadora que casi dolía, no podía ver nada...sólo sentía una suave brisa que me rozaba.Entornando los ojos pude distinguir a dos figuras ante mí, quise preguntarles pero estaba enmudecido, en mi quietud había agitación, un ligero temblor me dominaba, uno de ellos se acercaba lentamente y logré ver sus ojos que brillaban como gemas, jamás había visto ojos más hermosos, penetrantes e incisivos... al estar tan cerca de mí pude detallarlo mejor. Es alto, un vello dorado le cubre la piel, está desnudo? no sé...no puedo distinguir las formas con claridad. Entonces hubo contacto físico, puso sus manos en mis hombros y el ligero temblor que me aquejaba se volvió frenético, casi como un orgasmo, placentero, profundo y poco a poco se tornó doloroso, inaguantable, su contacto me quemaba, mi energía pareció agotarse, tuve deseos de llorar y lloré... Entonces escuché su voz, no podría describirla, era música quizás, sin embargo nunca olvidaré sus palabras, cortas y precisas: "Vamos a casa..." y me tendió la mano. Detrás de él, flotaba una pequeña nave de donde salía ese torrente de luz, le dí la mano y juntos nos sumergimos en el resplandor creciente. Un grito desgarrador rompió el silencio, mi cuerpo yacía inerte y pude escuchar que alguien dijo: "Lo siento no se pudo hacer nada...ha fallecido" Y áquellos preciosisímos ojos me miraron y escuché de nuevo la música que me decía: "Vamos, vamos a casa" señalando hacia las estrellas.

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