Entre tanto perfume y terciopelo, no era díficil sentirse poca cosa. Envidió con pasión los colores, la tersura, los aromas... hasta el sol lo ignoraba, prendado de tanta hermosura. Entonces un sonido seco cortó los sueños y desaparecieron las rosas. Cerró los ojos y llegó el silencio, la soledad, el sol...las mariposas.
Quedó sólo el cardo borriquero, sin perfumes ni terciopelo. Y se le escuchó decir muy quedo
"Yo quiero...que vuelvan las rosas"
Con textos así, demuestras que eres poeta.
ResponderEliminarBesos, Marisa.
Gracias querido Torcuato, un abrazo!
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