viernes, 26 de agosto de 2011

Restaurador



Preparé todas mis pinturas con sumo cuidado, pinceles, ceras y trapos.  Miré la figura con devoción, se me hizo un nudo en la garganta, las lágrimas se agolpan en mis ojos, entrelazándose los sentimientos en destellos de compasión, dolor y odio hacia los que lo hirieron con tanta saña, recorrí sus heridas con mis dedos en un pequeño viacrucis, le miré a los ojos y sentí su agonía, no pude evitar el abrazarle, consolarle...
Cuando de pronto un tibio abrazo me rodeó intangiblemente.  Mi alma se llenó de un amor infinito, de luces, de cánticos.  Entonces mis manos se volvieron aves y mis pinceles arcoiris.

2 comentarios:

  1. Cuando el amor impregna el alma, ésta vuela y se alza sin limite.
    Reciba mis saludos.

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  2. Mil gracias por escribirme :) así es ...sin duda.

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