martes, 15 de diciembre de 2009

Pajarito con botas


Hacía días que esperábamos el nacimiento de los pichones, todos se acercaban a la cajita nido para poder mirarlos, pero la pajarita celosamente los arrimaba hacía adentro y era imposible verlos, había que tener paciencia… Se podía escuchar como piaban pidiendo comida, y el ir y venir de los afanosos padres, es que no es fácil tener gemelos, al fin uno de ellos se asomó por la ventanita y pudimos verlo, era gordito, calvo y muy curioso. Pero la pajarita le daba coscorrones para que se metiera adentro…madre al fin…


Al pasar de los días ya se asomaban de vez en cuando, tenían algunas plumitas ya. Empezó a pasar algo curioso que nos tenía a todos desconcertados, en las noches se escuchaba un ruido extraño dentro de la cajita, parecía como si una mujer con altos tacones caminara adentro, nos preguntábamos que sería eso….

Al fin un día muy temprano al ir a hacer el café, vi a uno de los pajaritos afuera ya tenía todas sus plumitas y era blanco como la nieve con algunos lados grises y azules, sí… era muy apuesto nuestro nuevo periquito australiano, no pude resistir la tentación de verlo más de cerca… Y cual sería mi sorpresa, que al verme se asustó y trató de escapar y entonces me fijé bien, caminaba muy graciosamente al principio no me di cuenta del porqué, pero al mirarlo detalladamente vi que sus patitas terminaban en dos pelotitas como de tierra con algunas ramitas pequeñas, como las que recogía su mamá para hacer su nidito…. Pobrecitooo!! Y allí mismo comprendí el misterio de los ruidos que sonaban dentro de la cajita, era él y sus patitas atrapadas en las pelotitas de tierra y excremento que se habían secado con el tiempo, no había tiempo que perder tenía que liberar al periquito lo más pronto posible, rogando a Dios porque no hubiera sufrido ningún daño permanente.


 No quería asustarlo más de lo necesario, pero al meter la mano en la jaula se hizo un algarabío, con suavidad lo atrapé, qué suave y delicado… pero que fiero mi periquito, me mordía con su pequeño piquito lo más fuerte que podía. Lo llevé bajo una fuente de agua y con mucho cuidado remojaba sus patitas, tratando de no mojar su cuerpecito y no dañar sus deditos. Vaya si estaban duras esas pelotitas, no se ablandaban con nada…. Suaves masajes y apretarlas de vez en cuando, poco a poco se fueron ablandando y pude liberar una pata, sus deditos estaban agarrotados, más lucían bien, y así lo liberé de sus zapatos redondos, al principio no sabía que hacer cuando lo dejé en la jaula, se quedó allí agazapado sin moverse, pero pronto trató de caminar y lo hizo bien, torpe pero bien. Después de todo ése lío, tuvimos que poner a los dos gemelitos en una jaulita aparte de sus padres, aún son muy pequeñitos, pero ya saben comer, entonces es ley de vida entre los animales que deben buscarse ya su vida solos. 

 No me gusta tener animalitos encerrados, pero estos periquitos ya son amaestrados y no podrían sobrevivir solos en el mundo…quien les daría el alpiste jejeje. Ellos son mi alegría de las mañanas, ya los padres han empezado a anidar de nuevo, esperemos que no nazca ningún pajarito con botas incluidas :).

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